amigas,
que màs de una habían tenido contactos con algún
familiar, pero ninguna me había advertido de lo doloroso del
encuentro. Unas, habían sido poseídas con 7, 8 y 9
años, pero ninguna con mi edad. De todas formas, y quitando el
dolor que sentí tras la penetración, tengo que decir
que me gustó sentir él liquido ardiente dentro de mi
ser.
Cuando el lunes siguiente vino mi Madre, me presenté ante ella con un tono jovial y dicharachero. Solo me quedaba el agridulce encuentro de mi Padrastro en mi habitación. El pobre, algo intuía y me regalaba con sus mejores sonrisas el posible dolor causado en sus devaneos con el alcohol. Tras mi silencio, mi Padrastro intuyó que no todo había sido catastrófico, pese a su violencia. Tuve visitas periódicas, cada vez que mi Madre tenia que ausentarse por algún motivo. Cuando cumplí los 15 años, tuve un sobresalto, porque la regla no me venia. Mi Madre lo notó, y me llevó al especialista, omitiendo a su marido aquel desorden en mi cuerpo.
¿Sospechaba algo?. Nunca me lo dijo, pero una mujer casada se convierte en el mejor detective del Mundo. ¿Sentía amor hacia aquel hombre que me había violado a los 12 años?. Solo sentía cariño y una cierta preocupación por él. Menos mal que el especialista tras hacerme una exhausta revisión, me pronosticó que mi Madre vigilase màs a mis amistades masculinas.
- Señora: De cada 100 jovencitas, 95 vienen con desarreglos vaginales y con aperturas del Himen. Quiere esto decir, que a su hija le tendremos que dar mucho hierro. Por lo general todo está bien.
Esto
tranquilizó bastante a mi Madre, y por consiguiente,
restableció la confianza con mi Padrastro. A los 2 años,
mi Madre conoció a un importante señor, con una
importante fortuna. Se enamoraron y despacharon a mi Padrastro. Para
mí, no cambió nada.
A escasos meses de convivencia con este señor, mi Madre tuvo que trasladarse con suma urgencia a casa de mi abuela materna. Los médicos le pronosticaron cáncer de estómago muy avanzado. Mi madre no quiso que le acompañase, por no crearme problemas, ya que yo quería mucho a mi abuela. Su ausencia duró casi un mes, tiempo más que suficiente para que mi nuevo padrastro tratase de conquistar mi cuerpo. No omito, que esta nueva pareja de mi madre, me atendió desde el principio como a una princesa, dándome todos los caprichos que se podían obtener con dinero.
No lo pude repudiar, cuando a la tercera noche de ausencia de mi madre, penetró en mi habitación. Mucho más joven que mi anterior padrastro, y con mucha más experiencia, me cautivó en la cama. A mis 18 años, no había conocido el amor, pero si conocí con aquel hombre el quedar extenuada de placer. Noche tras noche, mi cuerpo respiraba una felicidad animal tan grande, que me dolía el Alma.
Aquel extraño en mi vida, se había convertido en el Príncipe azul de mis sueños. Habían pasado 20 días, cuando me llamó mi Madre. Con sollozos y frases entrecortadas, me enteré que mi abuela había muerto. Me dio ánimos, cuando ella apenas los tenia. Me prohibió él desplazarme hasta la localidad de mi abuela, para asistir a su entierro. Creía que seria muy doloroso para mí. Quería muchísimo a mi Madre, pero en aquel momento, deseé que mi abuela fuese acompañada en el féretro con mi Madre.
Jamás había sentido tal torrente de odio hacia la que me dio la vida. Tras varios segundos, olvidé tal fijación mortal. ¿Eran celos?. ¿Era el odio que engendra él tener que compartir a un mismo hombre?. Tendría que tener mucho cuidado de ahora en adelante. Tal vez, me fuese de casa y olvidar al segundo hombre de mi vida. Aquel día, vi a mi padrastro un poco raro. Me comunicó que el día, no le había ido del todo bien en su Empresa y que le dolía el pecho. Ni el ni yo, le dimos más importancia. Aquella noche hice el amor con él, con mucha más rabia, con mucha màs entrega por mi parte y con mucho màs cariño que otras noches.
Al día siguiente, me desperté con gran humor. Me explayé en la cama y decidí que no era momento para seguir descansando. Mi padrastro, casi siempre abandonaba mi lecho de madrugada y se dirigía a su habitación para completar su descanso. Miré el reloj de mi mesita de noche. Las 10 de la mañana. Me levanté y me dispuse para el baño matinal. Mi padrastro seguramente que ya llevaba màs de 2 horas trabajando en su oficina. A sus 50 años bien llevados, era la envidia de media Empresa, por su porte señorial, su buena educación y su alegría externa, la cual le supuraba todos sus poros. Fuè al pasar por su habitación medio adormilada, cuando le vi todo lo largo, tirado en el centro de su dormitorio. De momento, no pude asimilar lo que veían mis ojos. Me acerqué a su cuerpo, el cual se encontraba boca abajo.
Como pude, logré darle la vuelta y vi toda su cara llena de espumarajos y sus ojos casi salidos de sus orbitas. De mi garganta surgió un espeluznante grito y acto seguido me desmayé. Cuando desperté, no supe el tiempo que estuve sin conocimiento. Allí a mi lado, seguía mi padrastro muerto y frió como un carámbano en pleno Invierno. Me repuse como pude y restablecí la vertical. Lo primero que tenia que hacer, era llamar a una ambulancia, a un doctor, a mi Madre, al servicio. A todo el mundo. Las escenas de dolor, se repetían a cada instante. Mi Madre sollozaba en silencio en un rincón de la habitación del Tanatorio, sin llegar a comprender y preguntarse... ¿El porqué le había ocurrido a ella?. Desde que conoció a su pareja Antonio, todo su hogar resumaba orden, tranquilidad y felicidad. Incluso su hija parecía estar contenta.
A escasos meses de convivencia con este señor, mi Madre tuvo que trasladarse con suma urgencia a casa de mi abuela materna. Los médicos le pronosticaron cáncer de estómago muy avanzado. Mi madre no quiso que le acompañase, por no crearme problemas, ya que yo quería mucho a mi abuela. Su ausencia duró casi un mes, tiempo más que suficiente para que mi nuevo padrastro tratase de conquistar mi cuerpo. No omito, que esta nueva pareja de mi madre, me atendió desde el principio como a una princesa, dándome todos los caprichos que se podían obtener con dinero.
No lo pude repudiar, cuando a la tercera noche de ausencia de mi madre, penetró en mi habitación. Mucho más joven que mi anterior padrastro, y con mucha más experiencia, me cautivó en la cama. A mis 18 años, no había conocido el amor, pero si conocí con aquel hombre el quedar extenuada de placer. Noche tras noche, mi cuerpo respiraba una felicidad animal tan grande, que me dolía el Alma.
Aquel extraño en mi vida, se había convertido en el Príncipe azul de mis sueños. Habían pasado 20 días, cuando me llamó mi Madre. Con sollozos y frases entrecortadas, me enteré que mi abuela había muerto. Me dio ánimos, cuando ella apenas los tenia. Me prohibió él desplazarme hasta la localidad de mi abuela, para asistir a su entierro. Creía que seria muy doloroso para mí. Quería muchísimo a mi Madre, pero en aquel momento, deseé que mi abuela fuese acompañada en el féretro con mi Madre.
Jamás había sentido tal torrente de odio hacia la que me dio la vida. Tras varios segundos, olvidé tal fijación mortal. ¿Eran celos?. ¿Era el odio que engendra él tener que compartir a un mismo hombre?. Tendría que tener mucho cuidado de ahora en adelante. Tal vez, me fuese de casa y olvidar al segundo hombre de mi vida. Aquel día, vi a mi padrastro un poco raro. Me comunicó que el día, no le había ido del todo bien en su Empresa y que le dolía el pecho. Ni el ni yo, le dimos más importancia. Aquella noche hice el amor con él, con mucha más rabia, con mucha màs entrega por mi parte y con mucho màs cariño que otras noches.
Al día siguiente, me desperté con gran humor. Me explayé en la cama y decidí que no era momento para seguir descansando. Mi padrastro, casi siempre abandonaba mi lecho de madrugada y se dirigía a su habitación para completar su descanso. Miré el reloj de mi mesita de noche. Las 10 de la mañana. Me levanté y me dispuse para el baño matinal. Mi padrastro seguramente que ya llevaba màs de 2 horas trabajando en su oficina. A sus 50 años bien llevados, era la envidia de media Empresa, por su porte señorial, su buena educación y su alegría externa, la cual le supuraba todos sus poros. Fuè al pasar por su habitación medio adormilada, cuando le vi todo lo largo, tirado en el centro de su dormitorio. De momento, no pude asimilar lo que veían mis ojos. Me acerqué a su cuerpo, el cual se encontraba boca abajo.
Como pude, logré darle la vuelta y vi toda su cara llena de espumarajos y sus ojos casi salidos de sus orbitas. De mi garganta surgió un espeluznante grito y acto seguido me desmayé. Cuando desperté, no supe el tiempo que estuve sin conocimiento. Allí a mi lado, seguía mi padrastro muerto y frió como un carámbano en pleno Invierno. Me repuse como pude y restablecí la vertical. Lo primero que tenia que hacer, era llamar a una ambulancia, a un doctor, a mi Madre, al servicio. A todo el mundo. Las escenas de dolor, se repetían a cada instante. Mi Madre sollozaba en silencio en un rincón de la habitación del Tanatorio, sin llegar a comprender y preguntarse... ¿El porqué le había ocurrido a ella?. Desde que conoció a su pareja Antonio, todo su hogar resumaba orden, tranquilidad y felicidad. Incluso su hija parecía estar contenta.
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Habían
pasado varios meses de la desgraciada muerte de Antonio, la pareja de
mi Madre y de mi Príncipe azul, cuando por mi casa comenzó
a pulular un sujeto mucho màs joven que mi progenitora. Se
llamaba Eduardo y desde el primer día me cayó mal. Cada
vez que nos visitaba, yo procuraba salir de casa con cualquier
pretexto. Tengo que decir que, tenia buenos modales y una educación
intachable, pero algo vi en el que no me gustaba. Mi Madre enloquecía
cada vez que nos visitaba, sus ojos delataban deseo. Un deseo
irrefrenable y oscuro a la vez. Comprendí que mi Madre era
incapaz de estar sola con sus recuerdos, y que estaba necesitada de
amor y caricias.
A sus 38 años, se conservaba como una de 30 años. Dada mi antipatía por aquel bribón, decidí alquilar un apartamento y dejarlos tranquilos. El fallecido Antonio, había fijado en su testamento una suculenta cantidad de dinero exclusivamente para mí, cosa que nunca pudo entender mi Madre. Tras la venta de las acciones de la Empresa de Antonio, tampoco quedaba mal parada mi Madre. El resto de la fortuna de Antonio, fue a caer en manos de tres hijos tenidos en su anterior matrimonio. Yo lo vi justo, pero mi progenitora profería a diario lamentos de injusticia para con ella. Cuando tuve amueblado mi apartamento y listo para vivir en él, se lo comuniqué a mi Madre.
A sus 38 años, se conservaba como una de 30 años. Dada mi antipatía por aquel bribón, decidí alquilar un apartamento y dejarlos tranquilos. El fallecido Antonio, había fijado en su testamento una suculenta cantidad de dinero exclusivamente para mí, cosa que nunca pudo entender mi Madre. Tras la venta de las acciones de la Empresa de Antonio, tampoco quedaba mal parada mi Madre. El resto de la fortuna de Antonio, fue a caer en manos de tres hijos tenidos en su anterior matrimonio. Yo lo vi justo, pero mi progenitora profería a diario lamentos de injusticia para con ella. Cuando tuve amueblado mi apartamento y listo para vivir en él, se lo comuniqué a mi Madre.
-¡Ya
lo sabia!. ¡Sabia que me ibas a abandonar!. ¡Eres una
mala hija y una desagradecida!. ¡Gracias a mí, te dejó
ese dinero maldito!.
No la dejé terminar. Cogí mis maletas y sin dirigirle una sola mirada, me encaminé a la puerta, en donde me esperaba un taxi, llamado por mí, momentos antes. No quise gritarle su mal hacer y su inconsciencia, con un joven que le llevaba màs de 20 años. La dejé despotricando en la puerta de la casa, haciendo caso omiso a las previsiones de mi futuro. Aquella casa también me pertenecía. Antonio previendo el carácter casquivano de mi Madre y temiendo mi futuro, así lo puso en su testamento.
El apartamento lo había comprado. La compra, había sido una inversión a largo plazo, y aunque Antonio, me habia dejado una cantidad de dinero suficiente para vivir holgadamente, no estaban los tiempos para despilfarros. Tras un reciclaje de mis estudios, pude encontrar trabajo en una gran Empresa asesora. Mi vida era la normal en una joven de 21 años. Trabajaba como secretaria con un señor muy mayor, pero muy educado.
En mi rutina semanal, sé incluia dos visitas por semana a un gimnasio. Allí conocí a mi novio Albert, profesor del Centro. Un joven muy agradable, simpático, muy buena persona y guapo a rabiar. Sus dos metros, su bien cuidado cuerpo y su espectacular musculatura, movían pura envidia entre sus alumnas. Mas de una por la calle, se giraba para contemplar a mi novio, y tal vez, su trasero. Un 28 de Julio, pocos días antes de que yo comenzase mis vacaciones, ocurrió algo terrible. Mi anciano jefe sufrió un infarto de miocardio, capaz de matar a un caballo. Vino una ambulancia y se lo llevó al Hospital. Menos mal que todo acabó aquí.
Me comunicaron de Dirección, que a partir del lunes siguiente tendría otro jefe. En resumen; que mis apetecidas vacaciones se habían ido al garete. Tendría que poner al corriente a otro zángano vejestorio de todo el trabajo del antecesor. Algo se rumoreaba de que el puesto seria ocupado por un familiar del Director General. Ya que me habían fastidiado mis vacaciones y las de mi novio, me lo tomé relajadamente. A decir verdad, tampoco me seducía el ir de vacaciones con mi novio, y menos sabiendo lo que teníamos que hacer hora tras hora. Las comidas, eran otra cosa. Frutas, hortalizas, fibras y hierbas de todos los colores. En el fondo me alegraba de la incapacitación de mi antiguo
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